Los Pelos de la Mula: A propósito de ser mamá

No hay un manual definitivo

Nota publicada el 10 de mayo de 2023
por Elizabeth Vargas

Es uno de los trabajos más complicados y divertidos del mundo.

De tiempo completo, casi siempre.

Algo así como 24/7.

Sin días de descanso o feriados obligatorios.

Tu objetivo aparenta ser simple.

El producto con el que debes trabajar llega con un peso estimado de entre 2 y 4 kilos.

A veces menos y es un poco más complicado.

A veces más y también es complicado.

Para este proceso hay muchos manuales, pero no siempre resuelven todo lo que ocurrirá con el producto.

Dicho producto, casi siempre presenta escurrimientos. Algunos de olor desagradable.

Hay actualmente, numerosos aditamentos con los cuales resolver dichos escurrimientos, lo que eleva la complicación, porque el objetivo es que el producto en cuestión, aumente, peso, tamaño y como las nuevas tecnologías de inteligencia artificial, conocimientos.

Procesarlos incluye muchos bonos.

Por ejemplo, si le pones un nombre en lugar de un número, te encariñas y luego te dicen mamá. Se siente bonito.

Es interesante cuando pasan de alimentarse de tu pecho a un biberón a usar un vaso, un popote y luego una cuchara. (Se ocupan muchos aditamentos de limpieza en el lapso de la cuchara).

De tus brazos a que puedan sostenerse por su propio pie, pasará alrededor de un año y entonces puedes convertirlo en tu entrenador personal.

No hay manera de no ejercitarse mientras evitas que caiga, tire, rompa, agarre, empuje, vuelva a caerse o le jale la cola al gato, al perro o muerda lo que haya cerca.

Este proceso de caer, jalar, romper, morder, tirarse, tirar dura alrededor de cuatro años, a veces cinco.

Luego puedes deshacerte del producto unas cuantas horas y alguien más le muestra como tomar un color, una hoja y casi seguramente uno de sus primeros dibujos serás tú.

Los demás no entenderán que el círculo o dos círculos con dos puntos y algunos palitos pegados aquí y allá, son para quien lo recibe, el equivalente a una pintura de la Capilla Sixtina o el Museo del Prado o el Louvre.

El producto sigue aumentando de peso y tamaño, en poco tiempo, no permitirá que elijas lo que se pone, lo que se quita, lo que no le gusta, te presentará otros productos que conoció en su entorno y luego reclamará cada vez más libertad, espacio, independencia.

De vez en cuando reconocerá lo que haces por él, son parte de los bonos, e incluyen risas, besos, abrazos, llantos, berrinches, reflexiones, tristezas, preguntas y respuestas.

Si todo sale bien, podrá cruzar el umbral más peligroso, el de la adolescencia y los primeros años de la juventud.

Te odiará a ratos, pensará que eres anticuado, que no sabes lo que dices, defenderá amistades que podrían ser nocivas, podría bajar calificaciones e incluso querer dejar la escuela. Pueden ser semanas, meses y hasta años difíciles.

Cuando se logra sortearlo, el producto podría empezar a entrar en un periodo de madurez, donde sus decisiones son analizadas con mayor cuidado y un día descubres en ellos a un ser independiente, seguro y feliz.

Es el producto que un día te entregaron, te colocaron en el pecho y te dijeron… Mira este es tu bebé.

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