Algunos de los factores de riesgo cuando el cuerpo pierde una gran cantidad de líquidos, son: sudoración excesiva, fiebre, vómito, diarrea u orinar en exceso. La deshidratación puede ser leve, moderada o grave, según la cantidad que se haya perdido o que no se haya repuesto.

Vargas Contreras dijo que las manifestaciones más comunes son: boca seca o pegajosa, sed, no orinar, piel seca, arrugada y fría; dolor de cabeza, calambres musculares, irritabilidad y confusión; mareos, respiración rápida y ojos hundidos.

Detalló que la deshidratación afecta a la mayor parte del organismo, de forma paulatina y a veces muy rápida. Cuando se agrava se puede alterar la función mental, además, al perderse el agua en el cuerpo aumenta la concentración de algunas sustancias en la sangres y esto puede ser muy peligroso.

Advirtió que es fundamental acudir al médico cuando hay fiebre superior a 30° C, pérdida de conciencia, pulso acelerado o respiración rápida o el enfermo no mejora; el tratamiento adecuado y oportuno permite una recuperación óptima, pero no hacerlo, posiblemente provoque ocasionar convulsiones, daño cerebral o la muerte.

El tratamiento más importante es la prevención. Para ello, recomendó beber líquidos aunque no se tenga sed; sobre todo en climas muy cálidos, prestar atención especial en el caso de los adultos mayores. Es importante no esperar a que aparezcan los signos de deshidratación y recordar que sin tratamiento, el enfermo podría perecer.