La semana pasada le planteamos: En este regreso a clases ¿cómo fue su gasto con respecto al año pasado? Solo uno de cada tres dice que el gasto fue igual que el del año pasado. Muchas gracias a todos por participar.
Prácticamente la mitad de los participantes mencionan que el gasto fue mucho más alto que el año pasado y solo uno de cada diez señaló que el gasto fue un poco más alto.
Lo de siempre... mientras el discurso oficial hace cuentas alegres desde las oficinas con elevador y aire acondicionado, a nivel de calle las cosas se perciben distintas.
El cuarto informe del presidente, señala: En los primeros tres años y medio de esta administración, el crecimiento económico promedio ha sido superior al de los periodos similares de las dos administraciones pasadas.
Supongamos que es cierto.
Esto no ha sido suficiente para que esta especie de bonanza relatada en el discurso oficial, se traduzca en cosas tan cotidianas como lo que se debe pagar por un uniforme escolar, un par de zapatos y cuadernos.
El hecho de que una tercera parte de los participantes digan que gastaron lo mismo que el año pasado, más que un factor de estabilidad, debe leerse como el resultado de una estrategia a la que han tenido que recurrir miles de empresarios que han reducido sus márgenes de ganancia para mantener su volumen de ventas.
El problema es que todo lo que inicia con reducción de ganancias termina en pérdida de empleos... agregamos el IVA a 16%, el nuevo precio del dólar, los gasolinazos, las nuevas estrategias fiscales a partir de los documentos electrónicos y ahí está: una espiral a la que no se le ve un final feliz.