Dijo que aunque los desequilibrios son normales, es importante mantenerse bajo vigilancia, ya que cada mes las hormonas femeninas, estrógenos y progesterona varían en la cantidad de producción, dependiendo de factores como dieta, nutrición, tensión y sobretodo ovulación.

Los síntomas llegan a ser más evidentes entre alrededor de los veinte y cuarenta años; la mayoría experimenta muestras de desequilibrio hormonal durante la etapa premenstrual, éste descenso de los niveles hormonales trae consigo cambios en todo el cuerpo y la piel, en tanto que las mucosas tienden a la sequedad, el tejido adiposo aumenta y el calcio disminuye.

Advirtió que los síntomas incluyen ansiedad, depresión, vértigos, endometriosis, fatiga, pérdida de cabello, dolores de cabeza, incontinencia urinaria, aumento de peso, retención de agua e impulso sexual leve.

No obstante, la ginecóloga destacó que hay otra sintomatología más severa

como ataques de ansiedad, artritis, síndrome de fibromialgia, cistitis intersticial, ataques de pánico, asma premenstrual y diagnosis del desequilibrio hormonal, de ahí la importancia de la estricta vigilancia del médico especialista.

Cerritos Martínez dijo que los desórdenes de la ovulación son causados por los niveles de la prolactina y de los andrógenos -hormona de sexo masculina que incluye la testosterona-, que son los que promueven el desarrollo de características masculinas, éste desorden causa 25 por ciento de los problemas femeninos de la fertilidad.

Para finalizar, la especialista del IMSS agregó que las opciones de tratamiento dependen del tipo y la condición resultante de la infertilidad, dependen de cada mujer y la etapa que viva. Recomendó actividad física periódica, evitar el alcohol, tabaco, llevar una dieta baja en calorías, alta en fibra y calcio.