No es para menos.

Futbol a la alza (por aquello de que deben pasar cuatro años para que el país tenga la oportunidad de competir) y política a la baja… es la combinación perfecta para que las luces del escenario público estén en todas partes, menos donde deberían de estar.

En los últimos diez años vimos como la picardía de las campañas derivó en pleitos de vecindad basados en la descalificación mutua.

Con el tacto de un elefante, los organismos electorales acotaron las campañas y al hacerlo, eliminaron también los elementos que lograban filtrarse entre la población para mantener el ánimo requerido en una contienda. En resumen… después de las modificaciones a la ley, ¿cuál campaña?

Mensajes institucionales en un tono que para nada refleja el estado de los asuntos públicos.

En contraparte, los días 11, 17 y 22 de junio jugará la selección mexicana y el tema será absolutamente futbolero. De haber un cuarto partido será el 26 o el 27 de junio, fecha muy cercana a los cierres de campaña.

El día de la elección no hay partido mundialista. Será interesante conocer a quién culpan los organizadores de la elección del ausentismo en las urnas, porque ya se sabe, ellos con todo y las aberraciones autorizadas, nunca tienen la culpa.