Hace poco me di cuenta de que los estragos de la edad me dieron unas nada tímidas señas de que ya no puedo leer durante mis viajes en autobús. Unas cuantas semanas después debía hacer otro aun más largo que el anterior y ¿cómo iba a sobrevivir tantas horas sin leer algo? Entonces vino a mí la opción que solucionaría mis problemas: el audiolibro.

También tenía algunos prejuicios sobre el formato de audiolibro, como el que fuera a estar diferente o más corto que el libro original, a lo que pude obtener testimonios de que era bastante fiel por ser una lectura directa del texto mismo con algunos elementos interesantes como variaciones del tono de voz por parte del actor (o actriz) que lee, mismos que ayudan a dar rienda suelta a la imaginación y a distinguir cuándo habla cada personaje. Siendo así me aventuré a “audioleer” las primeras horas del primer libro de la saga. Después de 20 horas repartidas, terminé ayer.

Debo comentarles que ahora veo con otros ojos y oídos los viajes en autobús, mis caminatas matutinas, los quehaceres de hogar y los pequeños tiempos muertos.

Ahora, mi opinión sobre el primer libro… audiolibro…

Para quienes son lectores asiduos, especialmente de literatura erótica, será obvio que no es una obra que trasciende a la Historia de O, por ejemplo. Sin embargo, cabe destacar que fuera del sesgo de estar narrado en primera persona por una joven de 21 años inexperta en cuestiones sexuales, estar en formato de novela rosa y gozar de la comodidad de algunos estereotipos de las “chick movies”, es un libro que ilustra bastante bien las vicisitudes por las que puede pasar una pareja que intenta hacer un acuerdo entre sí sobre cualquier asunto. Las discusiones, peleas, confusiones, rollos mentales, malentendidos y sobre todo la liberación cuando al fin creemos que hemos solucionado un problema. También el dolor y frustración cuando surgen otros diferentes. El sentido del humor y tantos otros elementos que son parte de la vida de las parejas son parte importante de la narración.

Sobre la parte de la práctica de intercambio de poder, mejor conocida como sadomasoquismo, es también una ilustración detallada sobre el contrato que las personas no siempre hacen de la manera que el libro plantea, pero que indudablemente debe existir cuando se llevará a cabo esta expresión comportamental de la sexualidad en particular. También ataca el prejuicio de que la gente sale lesionada de estas prácticas y da a conocer algunos artículos interesantes, que no son los más conocidos, desde las sensaciones mismas del personaje principal.

También existe el sesgo de los estereotipos de género y algunos que atañen a la práctica en sí. Alguna vez hablaba con alguien que me comentaba que le parecía machista el planteamiento del libro, primordialmente en que ella es sumisa y él dominante. Digamos aquí que si la lectura se hace con cuidado, queda claro que esto es un juego de roles, y como en cualquier juego, especialmente los que se juegan entre adultos, cada quien decide si quiere jugar y cuándo parar. También queda claro que los papeles pueden intercambiarse por momentos o incluso definirse al revés, un sumiso y una dominante. Esta es una situación diferente de quien está en una relación violenta: ahí no hay acuerdos ni palabras seguras para parar “el juego”.

Me gustaría recalcar que aunque este libro plantea ciertas conductas y pensamientos como lo que haría una persona que tiene problemas emocionales, esto no siempre es así. Hay personas que hacen juegos de roles dominantes y de sumisión en todo nivel social, carácter, estado emocional y demás características personales.

Confieso que tengo inquietud por saber cómo hicieron para filmar y adaptar algunas cosas a los pudorosos ojos de las personas que iremos a ver la película al cine en unas cuantas semanas. Ya platicaremos al respecto en otro momento, y también sobre si es cierto aquello de que el primer libro es el mejor de los tres.

Nos vemos en la fila de las palomitas.