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Personajes de Ensenada que quedaron en la memoria

De la época de mediados del siglo pasado

  
Tomada de página México en Fotos

Nota publicada el 28 de abril de 2016
por Rafael González Bartrina

Hace unas semanas recibí un par de comentarios en relación al interés de varias personas en recordar a algunos de los personajes “pintorescos” de Ensenada, sobre todo en la época de mediados del siglo pasado.

Reconociendo que mi limitado conocimiento en el tema no me permitiría recordar con justicia a casi ninguno de ellos, recurrí a mi amigo, el estimado maestro en educación, profesor Luis N. Ariza Pérez, quien cuenta con una espléndida memoria y con el añadido talento de recordar nombres, en su mayoría de los casos.

Debido a la brevedad de estas reseñas, por ahora, opto por mencionar tan solo a unos cuantos, sin base en ningún criterio y sin un particular orden. Aquí, será muy notorio la falta de, quizás, la mujer más “pintoresca” de Ensenada, y la razón es que tengo la intención de dedicarle uno de estos escritos especialmente a ella. Me refiero, naturalmente a “La Bolera” (Ofelia Díaz Barrón)

Por hoy invito a mis amables lectores de más de 60 años a recordar a personajes distintivos, en su mayoría por sus apodos, por su vida bohemia, un tanto desobligada y principalmente por la atención que recibían de la población de aquellos días.

Principiamos recordando a “El Mango, cuyo nombre desconocemos y que nos dejó marcado en el recuerdo su apariencia. Ya que era leñador y carbonero que acostumbraba transitar desde el Cañón de Doña Petra, hasta la Colonia Obrera, ya fuera vendiendo carbón o buscando desechos domésticos que pudieran tener todavía algún uso. Cargaba generalmente un par de costales de yute. Recibía abuso verbal de parte de algunos jóvenes que lo hacían que despotricara con una retahíla de palabras soeces. Usaba un viejo y sucio sombrero de fieltro y un, igualmente sucio, saco, varios números más grande de tamaño. Las largas mangas casi ocultaban sus manos. Era muy común que las mamás amenazaran a sus hijos, si no se portaban bien, que le avisarían a “El Mango” para que se los llevaran.

Viene a la mente otro personaje, desamparado, quien por mucho tiempo dormía bajo el puente de la Avenida Juárez. Su nombre, según el mismo se presentaba era: “Remigio Balderrama Remington Chesterfield Lincoln. Subsistía con las monedas que la gente le daba. Ocurría diariamente a una botica que estaba, a media cuadra del puente, cerca del lugar de reparación de zapatos Briseño. Tenía un defecto físico en su pierna izquierda que se doblaba hacia adelante al dar el paso, motivo por el cual era, también, sujeto a maltrato y abuso por parte de algunos jóvenes, quienes, a la par, recibían un torrente fluido y continuo de insultos y palabras groseras.

Recordamos a Roberto Benjamín Espinoza quien recibía los apodos de “Hermosidades” o “El Moro”, bohemio y bebedor consecutinario, que, desafortunadamente, se veía en medio de pleitos callejeros y constantemente, terminaba sus parrandas en la cárcel pública.

“El Coy” afanoso voluntario de todas las organizaciones públicas de Ensenada, Cruz Roja, Bomberos, etc. Se le veía muy participativo, vestía un tipo de uniforme “genérico”. Hace cosa de un par de años lo encontramos por el área de la Av. Reforma y Av. Alisos.

“Pocaluz” concurría diariamente a la terminal de los camiones urbanos de la calle sexta entre Ruiz y Gastelum, padecía de un problema físico visual, de ahí su apodo.

“El Gyro” de descendencia japonesa, que desgraciadamente sufría cierto repudio de parte de sus connacionales debido a su mal comportamiento, frecuentaba primordialmente el área de la Hielera por la Av., Riveroll

Muchos otros personajes que recordamos nos hacían sonreír, cuando se venía a la mente su presencia. “Botello” que fue músico ambulante, ocasional maestro de ceremonias y peluquero. Gustaba de ofrecer canciones de la época de oro de la música mexicana y española. Miguel Alor Rojas, locutor de muy florido lenguaje. Manolo Meza, guitarrista y bohemio. Antonio Lozano Carabeo “Tony” único agente de tránsito desde los años 40s. El terror de los jóvenes que nos atrevíamos a jugar en la calle. Llegaba, ya fuera a bordo de su vieja motocicleta de dos cilindros, que la mayor parte del tiempo le funcionaba solo uno, o de su caballo. Quien gustaba de “aplicar” el reglamente haciéndonos correr y abandonar el juego de futbol o béisbol. “Lucerito” que según dicen, fue el travesti “más bonito”, al parecer incluso desfiló en un carnaval a bordo de un convertible con un letrero alusivo a ser la “reina sin corona”. “El Toro” Villavicencio, boxeador profesional y bohemio perdido. Dada su tendencia a, también, los pleitos callejeros era constante huésped de la cárcel municipal, donde, según decían, ya tenía “apartada” su celda, y que en caso de estar ocupada, esta era prontamente desocupada.

Muchos, muchos más, se quedan en el tintero.

Rafael González Bartrina. Rafael González y Bartrina. Miembro del Seminario de Historia de Baja California y del Consejo de Administración del Museo de Historia de Ensenada A. C. rafaelgonzalezbartrina@gmail.com
 
 

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