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La educación de la sexualidad a nuestro alcance

  
Nota publicada el 1 de enero de 2014
por Rocío Linares

Recientemente en España se publicó una noticia relativa a un estudio donde se reveló que en América Latina existen alrededor de 72 embarazos precoces por cada 1000 mujeres adolescentes, lo cual es una proporción mayor que en países asiáticos y africanos.

Los testimonios refieren que las causas son la pobreza, la desigualdad social, la baja calidad de la educación y la falta de capacidad en las jóvenes para fijarse metas. Además de esto, hubo personas que opinaron que el hecho de saber sobre anticonceptivos no es suficiente, pues les da vergüenza hacer lo propio para adquirirlos.

Por otro lado, en Costa Rica una niña de 13 años se suicidó a tres meses de haber tenido un bebé en contra de su voluntad, presuntamente producto de una violación. Según sus familiares, la niña tenía depresión post-parto.

En Colorado, EUA, un niño de seis años de edad fue suspendido temporalmente de la escuela porque besó a una de sus compañeras en la mano y en la mejilla, lo cual la escuela procesó como “acoso sexual”. Su mamá señala que los niños dicen ser novios, pero las autoridades educativas desean abrir un expediente por conducta impropia para el menor.

Todo esto pone de relieve los resultados dados hasta ahora con los recortes cada vez más evidentes que se han hecho en cuestión de la educación de la sexualidad, no solo de los niños y adolescentes, sino de la sociedad en general.

Cabe señalar que la falta de educación en nuestra sexualidad es un factor importante en la manutención de la pobreza. Las mujeres solteras jóvenes, pobres y en ambientes donde las conductas de riesgo son parte del diario vivir, tienen mayor probabilidad de ser madres solas y de insertarse en el medio laboral sin terminar su educación básica, lo cual tenderá a perpetuar su estatus, y a que sus hijos o hijas lo repitan.

Por otra parte, la depresión post-parto es un proceso duro para cualquier mujer a la que se le diagnostique, y obviamente a los 13 años tiene el agravante de la inmadurez propia de la edad y, en el caso de la niña, de la grave complicación emocional que suele ser recuperarse de una violación.

Obviamente no se le puede responsabilizar de haberse embarazado, pero si podemos hacer hincapié en que la educación de la sexualidad es también cosa de los varones y como evitar una violación por su parte. De la misma manera cabe cuestionarnos las circunstancias en donde un aborto legal es prudente.

En el caso del niño, es importante que las autoridades educativas tengamos presente con qué edades estamos trabajando, pues a los seis años de edad el significado de las expresiones sexuales es abismalmente diferente de lo que es cuando se es adolescente o adulto.

No podemos negar la sexualidad a los niños, ni deberíamos darle sanciones arbitrarias a quienes solo están expresando afecto y explorando sus posibilidades sin dañar a nadie. En especial si el comportamiento es esperable para su edad, no está forzando a la niña ni está poniendo en peligro su integridad.

En nuestro país, tenemos una necesidad urgente de hacer los esfuerzos que estén en nuestras manos como ciudadanos, sin esperar a que las escuelas u otras instituciones lo hagan por nosotros o nuestras juventudes.

Algunas de las cosas que podemos hacer están al alcance de nuestras manos, aunque obviamente dependerá de la situación particular de cada persona y familia. Entre esto está: buscar información científica y laica en libros especializados o fuentes electrónicas confiables; hablar entre nosotros sobre las dudas que tenemos, no importa si terminamos con las mismas o más, tendremos un panorama más general y menos escondido de lo que sabemos y de lo que no; educar a los niños y niñas en sexualidad de acuerdo a la edad que tienen; tomar en cuenta que para educar a los adolescentes en sexualidad no es suficiente con hablarles de anticonceptivos, embarazo, aborto e infecciones de transmisión sexual; incluir en nuestra vida los valores como el respeto, la responsabilidad, el amor y la tolerancia a la diversidad, sea cual sea; educarnos sobre inteligencia sexual, ya que es clave en todo lo concerniente a la asertividad, el conocimiento y las habilidades requeridas para el desarrollo sano de nuestra sexualidad.

A esto deseo agregar un comentario sobre lo que se dice al principio acerca de la tendencia a la falta de desarrollo en la capacidad de fijarse metas en las jóvenes que se embarazan sin planearlo ni desearlo. He trabajado con adolescentes de diferentes niveles educativos y socioeconómicos desde muy temprano en mi carrera y para mi es obvio que aquellos que tienen un plan de vida estructurado (aun sin saberlo) son menos proclives a cualquier situación de riesgo, estén donde estén socialmente.

Así, la invitación es que si usted no se siente preparado o preparada para hablar de estos temas con sus hijos o pareja de manera abierta y sincera, tampoco lo haga forzadamente. Lo que si puede hacer es encausar a sus hijos e hijas a que tengan objetivos firmes en sus vidas, una autoestima lo más sana posible y a que cuestionen y se informen sobre sus temas de interés por sí mismos, sin esperar que la escuela lo haga por ellos. De esta manera, estará indirectamente encausándole a una sexualidad y a una vida más sana, responsable y libre.

Rocío Linares. Licenciada en Psicología UABC. Maestra en Sexología Educativa, Sensibilización y Manejo de Grupos IMESEX. rociolj84@gmail.com
 
 

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