El sábado en la tarde, Regiber fue a un rancho a desyerbar un campo, pero se le hizo de noche y ya no regresó a dormir a la cabaña donde la mañana del domingo fueron encontrados cinco cadáveres, en San Antonio de las Minas, Valle de Guadalupe.
Vestido con pantalón de mezclilla, un gastado suéter azul marino con dos rayas grises y una blanca al pecho, narró su historia, se dijo pasante de ingeniería civil, graduado de la Universidad Veracruzana.
“Soy alcohólico y un sobreviviente”, confesó el hombre que al igual que las víctimas acostumbra a ingerir bebidas alcohólicas en la calle principal del poblado, cerca del semáforo. “Esa noche tomaron ´matarratas´ (para referirse al mezcal) por eso no se dieron cuenta de lo que pasó”.
Los comerciantes y residentes de la delegación están consternados por el violento hecho porque todos los fallecidos eran personas “amables y trabajadoras” a excepción de que eran alcohólicos. Tomaban cerveza y también mezcal.
Regiber es originario de Oaxaca, cuenta que trabajo como chofer de tráiler para la mueblería Electra. Así fue como vino a da a San Antonio, aunque terminó trabajando “un poco aquí, un poco allá... tomo todos los días, trabajo para eso, a veces cuido y otras deshierbo terrenos”. Sigue hablando de sus compañeros solo se detiene a dar un largo trago a una botella envuelta en una bolsa de papel.
Él tiene la esperanza de recuperarse, y conseguir trabajo como chofer en Caminos y Puentes, evitó hablar de sus familiares aunque mencionó que al menos uno de los fallecidos era un buen amigo al que ya extraña.