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Los pelos de la Mula y la despedida

Nota publicada el 25 de marzo de 2004
por Elizabeth Vargas

Esta es una crónica escrita por mi amigo Victor Alarcón Requejo sobre sobre la despedida de Rubén Ayub y la esperada conferencia de prensa con los periodistas.

Ayub, la despedida

Víctor Alarcón Requejo

Ensenada, B.C.

La de ayer, fue la última vez que Rubén Angel Ayub Martínez habló con los medios, como funcionario público. Ayer se retiró de la vida política.

Algunos perdieron la apuesta. Ayub Martínez, el destituido Director de Desarrollo Urbano y Ecología, sí se presentó a la conferencia de prensa a la que había convocado desde el martes pasado.

Llegó en la suburban del año que compró como director.

Bajó del vehículo con la intención de entrar a la oficina donde despachó por dos años y medio, de donde surgió una nueva vida que al final lo jubiló.

Vestía un traje color marrón oscuro que le ensombrecía más su tez morena, sin corbata, con su renuncia duplicada en la mano.

Había más periodistas que de costumbre. Era lógico. La expectación estaba dada por el estado de ánimo del inhabilitado funcionario. ¿Hablaría de los acuerdos secretos?.

Ayub vio el tumulto de periodistas y decidió saludarlos, de mano a los varones, de beso a las damas. “A mi no, de besito no”, advirtió Miroslava Cuellar Cansino, periodista conductora de radio.

Sobre el funcionario, todos los micrófonos. Aún sobre el estrecho pasillo de los estacionamiento.

La expectación y la incertidumbre estaba cifrada en la posición que asumiría Ayub, dos días después de anunciada su inhabilitación por un asunto que también conoció el Presidente Municipal, Jorge Catalán Sosa.

Al fortachón, centro de la tormenta política municipal, le temblaban las manos. Leyó un documento de dos cuartillas, para anunciar su retiro de la vida política.

Las nuevas metas del hombre que es investigado por la PGR por el avalúo de la Isla San Martín que sirvió de escape al banquero Carlos Cabal Peniche, son platicar de los niños y del futbol, en lo sucesivo. No más política, no más conferencias de prensa, no más actividades partidistas.

Se va, por la única puerta que le dejó abierta su amigo, el alcalde Jorge Antonio Catalán Sosa, la del desprestigio.

Reintegrado desde hoy a su actividad de ingeniero civil, a su constructora, Rubén Ayub comenzará a pegar ladrillos al derrumbado apellido que se desmoronó en las ocho columnas.

Ayub, el que colectó recursos financieros para la campaña política del alcalde Catalán Sosa, cayó ayer solitario en el abismo político. Suelto de la mano de su amigo, alcanzó a entresacar su resentimiento. Ni una palabra de elogio ni de agradecimiento al alcalde, al que le abrió la puerta del gobierno y con quien compartió, dijo, todas las decisiones que tomó como director de desarrollo urbano.

Pero se va solo, con la sindicatura entre los pies.

Supo responder a todas las preguntas, excepto para la que no tenía planeado.

Acusó, veladamente al alcalde Catalán Sosa. “El sabía de todo”, dijo a los periodistas que consumían cada letra.

“No quiero captar la atención”, soltó a boca de jarro a los reporteros, como si las cámaras de televisión, las grabadoras de radio y la atención de los reporteros, hubiese estado puesta sobre el follaje del árbol bajo el cual se improvisó la conferencia de prensa.

“¿Porqué citó en desarrollo urbano si ya no debe presentarse a trabajar?. Así como viene hoy, así vino ayer y antier”, clamó un trabajador expectante, molesto.

Captó la atención no solo de los medios.

El alcalde le dedicó más tiempo las últimas horas de las que había tenido con él los últimos años, incluso que en la juerga electoral.

Se defendía, procuraba mantener el mismo tono de voz, evitó los aspavientos.

Daba Ayub su última conferencia de prensa al mismo tiempo que en una oficina gubernamental se reescribía la despedida oficial, que pretendía rubricar la salida.

“En relación a la destitución del cargo como Director de Desarrollo Urbano y Ecología e inhabilitación por tres años de la administración pública de Rubén Ayub Martínez, el Presidente Municipal Jorge Antonio Catalán Sosa, manifiesta lo siguiente: "Nunca he pedido a mis funcionarios que pasen por encima de la Ley".

El sabía todo, había acusado Ayub Martínez. Por eso la prisa del gobierno municipal en divulgar el mensaje de Catalán: “… las diferentes dependencias se manejan según su normatividad, además de acatar y respetar la Ley, por lo que nunca pido a mis funcionarios que pasen por encima de la Ley”.

Pero Ayub lo comprometió. Jamás tomó una decisión a solas, todas producto de las órdenes y las conclusiones a que llegaba el alcalde Jorge Catalán Sosa.

”También he dicho que hay castigos por omisiones que se cometan, aunque soy responsable de la administración en lo general, los funcionarios son responsable del área que les compete”, aclaraba por su parte el alcalde.

La destitución de Ayub, el amigo y compañero de la aventura electoral, “… obedece a los resultados de una investigación que se desarrolló en la Sindicatura Municipal, concluyendo así la resolución de la misma”, justifica el mensaje difundido ayer por el ayuntamiento que encabeza Catalán Sosa.

Catalán no encontró culpa para crucificar a Ayub. Lo soltó a la sindicatura.

”Yo no determino qué se hace en sindicatura, sino es el propio síndico que de acuerdo a su juicio, a su criterio y lo respaldado por la ley toma su decisión”, establece el documento.

Queda tras Ayub Martínez una estela de rumores que le reconocen habilidades para hacer dinero, pero ninguna evidencia, ningún video ni fotografía.

Se va, como llegó, con todos los reflectores.

Su semejanza a Mike Tyson, el peso completo que huyó degradado de los cuadriláteros, no solo es física. Peleó con todos los adversarios políticos de su amigo, pero al final quedó solo.

El que subió a combatir, atendió las sugerencias de la esquina, dio la cara en los momentos más críticos, salió finalmente por la puerta que nunca creyó hacerlo.

Solo, en su Suburban del año, al lado solamente de un hermano de causas, Refugio Valenzuela Coronado, también sacrificado a mitad del gobierno de Jorge Catalán Sosa.

Un hombre inteligente, pero sin creatividad, práctico y sin sentimientos que expresar, al menos no del ronco pecho de donde pudo surgir el ser humano que podría esperarse.

Se fue después de todo, de las preguntas dolorosas, las indiscretas, las que no pudo evitar. No habló de la Isla San Martín, ni del saldo político de su renuncia.

Sin la estabilidad emocional para redactar dos líneas, sin la certidumbre de lo que debía decir, sin una idea clara de su futuro inmediato, al final se fue como llegó: con un discurso falso, tomado de la dirección de Internet www.discursos-online.com/politica.htm, Discursos Online, un discurso de muestra para fin de carrera política de la empresa que se anuncia en la Internet con “palabras para cualquier ocasión desde 1995”.

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