Los comerciantes de La Bufadora contrataron a jornaleros agrícolas de los campos de Maneadero y Santo Tomás, quienes en conjunto con esposas y niños, se armaron con palos, machetes y piedras, para sumarse al grupo de resistencia en contra del desalojo.
Alrededor de las 07:00 horas decenas de familias ajenas al conflicto fueron llevadas al centro turístico, varios de ellos sin saber a qué iban. Pasaron las horas y las personas lucían hambrientas, asoleadas y cansadas, en espera de que terminara la “pelea”.
En el lugar mencionaron que, por lo menos, esperaban entre 200 y 250 pesos por unirse al grupo de manifestantes que la mañana de ayer impidió que el ayuntamiento de Ensenada los sacara del área.
Cada camioneta de los comerciantes llevó entre 15 y 20 personas de los poblados cercanos, sin las mínimas condiciones de seguridad, tanto en carretera como en el lugar del enfrentamiento donde solo se cubrieron el rostro con pasamontañas.
Algunos de ellos fueron contratados desde la noche anterior, y esperaban una paga de por lo menos 500 pesos. “La mayoría de mis compañeros no quiso venir porque, como no es su lucha, no se quieren arriesgar”, mencionó un trabajador del campo de la zona de Santo Tomás.
La instrucción era llevar al mayor número de personas sin importar las edades, y para eso cada locatario pagó 300 pesos como cooperación a fin de que fueran otros quienes se enfrentarán con los oficiales. Con el dinero también se les dio agua y tortas.